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Por los caminos de la música.
La guitarra, un pozo con viento en vez de agua

Paco de Lucía: "No tengo otra forma de expresión que no sea la guitarra".


Por Nobel Clemar Passaglia
Hablar de la guitarra es hablar de un milagro. Un milagro que se revela nuevo en cada nota, en cada acorde, al tiempo de esa unión sensual, absoluta con el guitarrista, en una suerte de ritual sagrado en el que la madera y el hombre se funden en una sola materia, un solo espíritu, para concebir una y otra vez acaso los más bellos y misteriosos sonidos que la humanidad haya oído.

El poeta español Gerardo Diego dijo de ella: "La guitarra es un pozo de viento en vez de agua". Y si hay modo mejor de definirla, que venga Dios y lo vea. Si con sólo mirar la boca de una guitarra basta para sentir lo mismo que sintió el poeta cuando escribió esos versos.

No ha de haber guitarrista que no haya imaginado alguna vez que esa roseta que rodea la boca de la guitarra es el brocal adornado de un pozo inagotable de maravillas. Maravillas que se montan en ese viento del que habla el poeta para echarse a volar fuera en cuanto se den a vibrar las seis cuerdas que las cubren a modo de reja.  

Misterio y poesía, la guitarra. Tanto, que hasta Andrés Segovia, el más grande concertista de la guitarra española y tan obesionado por la técnica guitarrística como distante de la poesía, no encontró modo de referirse a la guitarra sino con palabras que son pura poesía: “Inclina tu cuerpo ligeramente hacia delante para apoyar la guitarra con tu pecho y así la poesía de la música retumbará en tu corazón”. 

Un templo, la guitarra. Atahualpa Yupanqui la sentía como tal: "La guitarra es para mí el templo donde yo entro a rezar. Cuando yo necesito musitar mi salmo profundo, voy a la guitarra". 

Un milagro. "Me ha librado y ha sacado mi personalidad afuera. Yo sin la guitarra hubiera sido un introvertido para toda la vida, ya que no tengo otra forma de expresión que no sea la guitarra", dijo Paco de Lucía cuando le preguntaron qué era la guitarra para él

Y era un milagro también para B.B King, quien decía de su Lucille, la guitarra que lo acompañó toda su vida: "Lucille me sacó de la plantación y me dio la fama; cuando me pierdo, solo y en ruta, ella me habla. A veces la oigo llorar. Y nadie me canta como ella". 

Quizá, para los que la guitarra es parte de sí mismos porque la tocan y viven por y para su música, haya una conexión espiritual con ese instrumento que sólo ellos comprenden en toda su dimensión y por lo que la rodean de cierta mística. Pero es innegable que aun en aquellos que sólo disfrutan de su sonido se crea un vínculo entre sus sentidos y la guitarra que va más allá de la física, la trasciende, la evita para convertirse en una comunión espiritual entre la guitarra y quien la escucha; tan honda como la que tienen los que la tocan. Y eso es un milagro.      

Jamás se ha escuchado a nadie decir que que no le gusta oír sonar una guitarra; como no hay nadie que no se sienta atraído ante sus sus formas tan bellas como misteriosas. Y hay millones de personas que dicen que darían lo que fuera por aprender a tocarla.  

Claro, ¿a quién no le gustaría ser parte de un milagro?




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3 comentarios :

  1. José María Passaglia31 de julio de 2016, 17:44

    Es cierto, es como un pozo de donde bebemos todos los misterios y los echamos al mundo para que cada cual que escucha se haga sus propias preguntas. Algunos van a la guitarra con el propósito de encontrar respuestas; yo fui descubriendo que es la guitarra la que te hace preguntas que después al ir vivenciando es tu responsabilidad ir respondiendo. Algunos lo logran más a menudo que otros, y esos son los que dejan huella en el instrumento; más allá de la técnica, el género o las sonoridades que definen una época.

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  2. Respuesta de DPP a José María Passglia31 de julio de 2016, 18:24

    A vos y a mi, que amamos la guitarra, nos habla en nuestra lengua. Y sería bueno que nos demos tiempo para enseñarles el idioma a quienes no lo entienden, para que puedan sentir lo que nosotros sentimos cuando la tocamos.

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  3. Maravilloso.

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